jueves, 21 de mayo de 2009




Introducción

“Estaba entre la espada y la pared,

y aguantando la opinión de mi familia”

(“La guitarra”, Los auténticos decadentes)


Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío, la verdad que no me importa. Simplemente un día decidí que me quería vengar de todas las cosas que día tras días me hinchan soberanamente la paciencia. Pero debo contarles esas causas, aquellas pequeñas circunstancias que se atraviesan en la vida cotidiana y que llevaron a mi total locura.


¿Harto de qué? De los peros y los porque de la sociedad, de que mi departamento alquilado sea lo más parecido a una torre gemela el 12 de septiembre de 2001, de que llevo gastado más guita en curriculums que Marcelo Palacios en sus claritos, de que el 160 no me pare cuando se le rompe la maquinita…si yo fuera el boludo que te la arreglo está bien, pero ¿¡por qué carajo tengo que comerme el garrón de que tu sistema no funcione y me pongas el “fuera de servicio”?!


¿Hasta donde pienso llegar? Para hacerme el interesante y tratar de conquistar adeptos (como cuando bailaba “el meneaito” subido a la tarima en las fiestas de 15) diría que hasta las últimas consecuencias. Pero conociéndome digo que hasta muy poco, muy muy poco, como de acá hasta Chascomús…ponele. Pero ese tramo será ejecutado a la perfección, sin dejar cabos sueltos, sin titubear ni un instante, sin ir a almorzar los domingos las pastas a lo de mi nona. Ya miré Rambo, Terminator y Los Cazafantasmas, no puedo fallar…no puedo.


Pero primero lo primero, voy a contarles las muchísimas situaciones que pueden llegar a exasperar a una persona como yo.


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